Por Manuel Guamán G.
En la tela de nuestra nación, se entrelazan hilos de esperanza y desafíos. Cada voto, cada elección, es un acto que moldea el destino de Ecuador, y en este cruce de caminos, surge un llamado a comprender y sentir lo que nos rodea.
La polarización a menudo nubla nuestras visiones, pero quizás es tiempo de explorar las razones detrás de las elecciones, incluso cuando parecen desconcertantes. La capacidad de empatizar y comprender aquellas perspectivas que a primera vista parecen perniciosas es un arte que nos invita a reflexionar.
Dentro de este mosaico social, descubrimos una constelación de voces. Un grupo que aboga por un sistema distinto, que prefiere la centralización económica y la guía paternalista. Es un reflejo de deseos de seguridad en un mundo incierto, pero que a menudo se contradice con la experiencia.
Siguen existiendo aquellos que mantienen la fe en sistemas que han probado su fracaso, creyendo en un socialismo utópico. Empresarios que se cobijan bajo el ala estatal, buscando favores y ventajas, sin mirar a la inversión como un faro de prosperidad.
Los auto marginados, con sus banderas en alto, llevan a cabo sus luchas más por intereses personales que por el bien colectivo. Detrás de discursos apasionados, se ocultan agendas y deseos dispares, tejiendo una maraña de intenciones ocultas.
En el mar de desinformación, se cruzan destinos. Una masa que anhela un cambio, pero que es víctima de la manipulación y las promesas sin fundamentos. Una masa que merece más, que merece el poder de la verdad y la educación.
En las sombras, los malvivientes tejen su red, acumulando influencia y poder a través del delito. Son los capítulos oscuros de la sociedad, pero no podemos ignorar su impacto en el tejido social.
Finalmente, los escépticos, a menudo alienados por su propia certeza. Se sienten en la cima, mirando desde arriba, creyendo que todos deben seguir su visión. Son voces cargadas de desconfianza y negación.
Somos conscientes de esta fauna de minorías que a veces desafían la lógica y la razón. Pero en nuestro voto, en nuestro compromiso, tenemos la oportunidad de aportar claridad, sensatez y visión.
Cada elección es un rincón más en el tapiz de nuestra historia. Si decidimos mantenernos informados, si escuchamos y entendemos, si dejamos de lado prejuicios y examinamos la raíz de cada perspectiva, podremos empezar a tejer un Ecuador más sólido, más justo y más brillante.
Este 20 de agosto, nuestros votos serán los hilos que cosen el destino de nuestro país. No se trata solo de nombres, sino de las decisiones que construirán el camino de Ecuador. Es momento de entender y trascender, de elevarnos como una nación que construye su futuro con cada elección.